DOWN ESPAÑA y Multiópticas lanzan una colección de gafas diseñadas para niños con síndrome de Down

El 75 % de las personas con síndrome de Down presenta problemas visuales. Además, existe una serie de características faciales y necesidades específicas que dificultan el ajuste de las monturas al rostro de las personas de nuestro colectivo. Por esta razón, Multiópticas presenta su nueva colección de gafas “mó Kids”, desarrollada en colaboración con DOWN ESPAÑA.

Se trata de una línea de lentes infantiles diseñada para adaptarse a las necesidades de los niños con síndrome de Down: gafas más cómodas, resistentes y seguras, con puentes bajos y apoyos nasales adaptados a su fisionomía y con diseños que apuestan por la funcionalidad.

La colección “mó kids”, ya disponible bajo el lema «Diseñadas con y para ellos, para construir un futuro más inclusivo», ha sido creada a partir de un proceso de escucha activa a familias y a expertos en salud visual. Además, parte de los beneficios obtenidos con su venta se destinará a programas de DOWN ESPAÑA para mejorar la calidad de vida y la inclusión de las personas con síndrome de Down en nuestro país.

En palabras de Agustín Matía, director gerente de DOWN ESPAÑA, “la incidencia de patologías visuales en las personas con síndrome de Down es mayor que en el resto de la población y, muy a menudo, con una evolución más rápida. Por eso, cualquier apoyo para mejorar su funcionalidad será clave en su bienestar en su inclusión”

“Estamos muy agradecidos a Multiópticas por su implicación en esta iniciativa, que supondrá un avance importante en el bienestar y en la mejora de la salud visual de los menores de nuestro colectivo”, añade Matía.

Por su parte, Salomé Suárez, directora de Corporativo y Fundación Multiópticas, señala que esta colaboración ofrece “una solución real y tangible”. “No se trata solo de diseñar gafas, sino de derribar barreras. Estamos orgullosos de que nuestro conocimiento pueda contribuir directamente a la autonomía y felicidad de los más pequeños», señala.

Desde DOWN ESPAÑA, animamos a las familias de niños con síndrome de Down que necesiten gafas a conocer esta colección pensada y diseñada para ellos.

María Carmona: “Las personas con síndrome de Down han sido excluidas de los ensayos clínicos de tratamientos para el Alzheimer”

La enfermedad de Alzheimer afecta a más del 85% de las personas con síndrome de Down a partir de los 65 años. Por ello, desde DOWN ESPAÑA, en el marco del Día Mundial del Alzheimer, que se celebra este domingo 21 de septiembre, insistimos en la necesidad de proporcionar a las personas del colectivo estrategias y hábitos saludables para retrasar, en la medida de lo posible, la aparición de los primeros síntomas y recordamos la importancia de la investigación, pues solo gracias a ella será posible prevenirla, tratarla y mejorar la calidad de vida de los pacientes y de sus familias.

Entrevistamos a María Carmona-Iragui, neuróloga del Centro Médico Barcelona Down de la Fundació Catalana Síndrome de Down e investigadora de la Unidad de Memoria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, para saber más sobre las investigaciones que se están llevando a cabo en relación al Alzheimer y al síndrome de Down a nivel internacional y en el equipo de la experta.


– ¿Cuáles han sido los últimos hallazgos relevantes sobre la relación entre el síndrome de Down y el Alzheimer?

Hoy sabemos con certeza que prácticamente todas las personas con síndrome de Down desarrollarán la enfermedad de Alzheimer (EA) si viven lo suficiente. La causa está en el cromosoma 21 extra, que incluye, entre otros, el gen APP (gen de la proteína precursora del amiloide), clave en la producción de la proteína beta-amiloide. Por este motivo, el síndrome de Down se considera una forma genéticamente determinada de EA.

En los últimos años, hemos podido afinar el “reloj biológico” de la EA en el síndrome de Down: las personas del colectivo comienzan a acumular proteína amiloide desde edades tempranas de la vida y, con los años, se van desarrollando los procesos de la EA, hasta que, a los 40 años, las características microscópicas de la EA ya están presentes en el cerebro de prácticamente todas las personas con síndrome de Down.

Los síntomas de la enfermedad, sin embargo, suelen ser más tardíos, apareciendo, de media, sobre los 50-55.

El desarrollo de biomarcadores, tanto bioquímicos como de neuroimagen, ha permitido caracterizar el largo proceso de la EA y ahora somos capaces de detectarla de una manera menos invasiva y más precoz.

– ¿Qué se está investigando actualmente a nivel nacional o internacional? y, ¿en vuestro equipo?

Afortunadamente, en los últimos años, el interés y la inversión en investigación en este campo ha despertado y ha permitido el desarrollo de grandes cohortes o consorcios internacionales que siguen a personas con síndrome de Down, como el DABNI, TRC-DS, ABC-DS o el Horizon, que permiten estudiar más a fondo la EA en el síndrome de Down y armonizar protocolos para trabajar de manera homogénea.

En nuestro equipo seguimos impulsando la cohorte DABNI (por sus siglas en inglés, de Down Alzheimer Barcelona Neuroimaging Initiative), una cohorte poblacional, basada en un plan de salud, que incluye más de 1100 adultos con síndrome de Down.

En este contexto, seguimos estudiando la EA a través de la caracterización clínica y cognitiva de los adultos con síndrome de Down y del desarrollo de diversos biomarcadores (bioquímicos, de neuroimagen y neurofisiológicos), solos o en combinación, con el fin de conocer mejor los distintos procesos que ocurren de la EA y poder identificar dianas terapéuticas.

También estamos colaborando de forma activa en el diseño y reclutamiento de participantes en ensayos clínicos con tratamientos modificadores de la EA y estamos poniendo en marcha un ensayo clínico independiente multicéntrico nacional.

– ¿Existen pautas o recomendaciones médicas que puedan retrasar la aparición de los primeros síntomas del Alzheimer en personas con síndrome de Down?

Actualmente, no hay una medicina que evite o cure la enfermedad, pero sí sabemos que tratar bien algunos factores, que también ocurren con frecuencia, es fundamental.

La apnea del sueño, los problemas de tiroides, la epilepsia, las limitaciones visuales o auditivas o la depresión, si no se abordan, pueden no solo confundirse con la EA, sino que podrían acelerar el deterioro cognitivo. Por eso, recomendamos no esperar a que aparezcan los problemas cognitivos y realizar evaluaciones especializadas anuales a partir de los 35 años con cribados cognitivos adaptados. Además, un estilo de vida saludable, incluyendo actividad física, dieta equilibrada, interacción social y estimulación cognitiva, puede ser beneficioso y siempre se recomienda.

– ¿Se están probando posibles medicamentos que frenen los síntomas del Alzheimer en personas con síndrome de Down?

Sí. Los ensayos clínicos dirigidos a la EA en personas con síndrome de Down han sido limitados históricamente; sin embargo, el creciente reconocimiento del riesgo casi universal de EA en el síndrome de Down ha llevado a un mayor enfoque en la investigación clínica personalizada.

El ensayo ABATE, por ejemplo, que prueba la eficacia y seguridad de un fármaco anti-amiloide, está en fase de reclutamiento a nivel mundial.

Se trata de la vacuna ACI-24, probada anteriormente en un ensayo que incluyó a pacientes con síndrome de Down. La vacuna fue segura y bien tolerada, generó la respuesta inmunológica esperada.

Por otro lado, el estudio ALADDIN (por sus siglas en inglés, de Amyloid Lowering for Alzheimer’s in Down’s Donanemab INvestigation), específicamente diseñado para personas con síndrome de Down, estudiará la seguridad y tolerabilidad del donanemab, uno de los nuevos fármacos anti-amiloide ya aprobados en Estados Unidos para el tratamiento de pacientes con EA en la población general.

Finalmente, próximamente se pondrá en marcha el ensayo LESS-AD (por sus siglas en inglés, de LEvetiracetam to prevent Seizures in adults with Down Syndrome and Alzheimer’s Disease), un ensayo clínico multicéntrico nacional, de investigación independiente, que pretende estudiar el papel de un fármaco antiepiléptico bien conocido como preventivo de crisis epilépticas en la EA sintomática en adultos con síndrome de Down.

– ¿Para cuándo se espera la comercialización de algún medicamento de ese tipo?

Los avances recientes en el tratamiento de la EA en la población general se han centrado en terapias dirigidas a la proteína amiloide, una proteína distintiva implicada en la patología de la EA.

El Lecanemab ya está autorizado en Europa desde este año, si bien todavía no ha llegado a administrarse en España, y Donanemab ha recibido una opinión positiva de la Agencia Europea del Medicamento, por lo que se espera su aprobación inminente.

Sin embargo, a pesar de su potencial, no existe evidencia para el uso de estas terapias en personas con síndrome de Down, ya que fueron excluidas de estos estudios.

Esta exclusión es especialmente preocupante dado el mayor riesgo de anomalías en las imágenes relacionadas con el amiloide (ARIA), un efecto secundario conocido de estas terapias, que, si bien no ha quedado todavía demostrado, podría verse exacerbado en personas con síndrome de Down. Por ello, es necesario realizar estudios de eficacia y seguridad específicos en población con síndrome de Down, con la monitorización necesaria, que determinen si este mayor riesgo teórico se traduce en resultados reales de ARIA.

– ¿Por qué es importante que las familias y las propias personas con síndrome de Down se involucren en los ensayos clínicos relacionados con el Alzheimer?

En primer lugar, porque su participación va mucho más allá de ser “pacientes” en un estudio o cuidadores. Cada vez, se está extendiendo más el concepto de co-investigadores refiriéndose a que los pacientes y cuidadores tengan voz en la investigación: su experiencia, sus prioridades y su visión del día a día son fundamentales para orientar la investigación hacia lo que realmente importa.

 Ellos pueden ayudarnos a definir qué cambios cognitivos o conductuales son más relevantes, qué pruebas son más fáciles de realizar o qué barreras existen para acudir a una visita.

Por otro lado, porque sin su participación e implicación no habrá datos que nos permitan saber si los tratamientos realmente funcionan en esta población. Históricamente, las personas con discapacidad intelectual han estado excluidas de la investigación, lo que ha generado una gran injusticia: justo quienes más riesgo tienen de EA son quienes menos se han beneficiado de los avances. Incluirles es, por tanto, una cuestión de equidad y de rigor científico.

– ¿Qué beneficios concretos puede aportar esa participación tanto a nivel individual como a nivel colectivo?

A nivel individual, supone un acceso temprano a diagnósticos avanzados, un seguimiento médico estrecho y, en algunos casos, la posibilidad de beneficiarse de un tratamiento prometedor.

A nivel colectivo, la participación genera conocimiento que servirá para validar biomarcadores, adaptar herramientas cognitivas y, en última instancia, acelerar la llegada de terapias efectivas para toda la comunidad con síndrome de Down.

– ¿Qué barreras suelen encontrar las familias a la hora de participar y cómo se podrían superar?

Las familias y los cuidadores pueden dudar a la hora de animar a su familiar/ persona a cargo con síndrome de Down a participar en ensayos clínicos debido a cuestiones éticas (desarrollar un poco la idea de que es complejo y una gran responsabilidad consentir participar en un ensayo clínico en nombre de otra persona porque tiene discapacidad intelectual y deterioro cognitivo).

Asimismo, las preocupaciones sobre la seguridad, la falta de confianza en las instituciones de investigación o la percepción de que la persona podría no beneficiarse directamente de la participación podrían también jugar un papel.

La retención en estudios que requieren seguimiento es igualmente difícil, especialmente en estudios a largo plazo que requieren procedimientos invasivos, visitas frecuentes o intervenciones complejas.

La participación sostenida en las actividades derivadas de un ensayo clínico en pacientes con síndrome de Down requiere la participación activa de los cuidadores, lo que puede complicarse por las exigencias de tiempo y la fatiga emocional. Apoyar a los cuidadores mediante programas específicos, actividades de extensión comunitaria y diseños de ensayos optimizados que reduzcan la carga y garanticen la calidad de los datos es esencial para mejorar la retención y la participación.

– ¿Se ha tendido a excluir a las personas con síndrome de Down de los ensayos clínicos sobre Alzheimer?, ¿Por qué?

Sí, hasta estos estudios más recientes que ya se han comentado, las personas con síndrome de Down han sido sistemáticamente excluidas de los ensayos clínicos de tratamientos para la enfermedad de Alzheimer, incluyendo los ensayos fundamentales de Lecanemab (Clarity AD) y (Donanemab TRAILBLAZER-ALZ 2), que han mostrado recientemente su eficacia en la población en general.

Si bien el diagnóstico de síndrome de Down no se incluyó como criterio de exclusión formal, la mayoría de los ensayos excluyeron a personas con discapacidad intelectual o trastornos del neurodesarrollo preexistentes, lo que indirectamente excluyó a la población con síndrome de Down.

Además, los criterios de elegibilidad relacionados con la edad, el rendimiento cognitivo o las afecciones médicas coexistentes pueden haber limitado aún más la participación.

El ensayo del Lecanemab incluyó a participantes de 50 a 90 años, y el ensayo de Donanemab incluyó a participantes de 60 a 85 años; estos rangos de edad no se corresponden con la aparición más temprana de la EA en la población con síndrome de Down, que suele comenzar en la cuarta o quinta década de la vida.

En términos más generales, la mayoría de los ensayos de EA incluyen criterios de elegibilidad por edad que no incluyen a los adultos más jóvenes con síndrome de Down, quienes presentan el mayor riesgo.

Además, las medidas de resultado utilizadas para evaluar el cambio cognitivo y funcional no están adaptadas ni validadas para personas con discapacidad intelectual. Aunque estos factores no eran criterios de exclusión formales, hicieron que la participación fuera inviable para las personas con síndrome de Down.

– ¿Qué se está haciendo actualmente para poder contar con las personas con síndrome de Down en los estudios?

Los ensayos deben implementar criterios inclusivos para ensayos clínicos, garantizando la representación de las personas con síndrome de Down y la generalización de los hallazgos a esta población.

Además, las estrategias de reclutamiento comunitario son esenciales para asegurar una amplia participación en los ensayos clínicos. La participación de las familias, los cuidadores y las organizaciones relacionadas con el síndrome de Down en el diseño y el reclutamiento de los ensayos contribuirá a generar confianza y compromiso, lo que se traducirá en mayores tasas de retención y una mayor diversidad de participantes.

También se necesitan campañas de educación pública e iniciativas de divulgación. La colaboración entre grupos de apoyo, instituciones de investigación y compañías farmacéuticas será esencial para acelerar el desarrollo de tratamientos seguros y eficaces para la EA en el síndrome de Down.

 – ¿Qué responsabilidad tienen las farmacéuticas y los organismos reguladores en garantizar esa inclusión?

Tienen una responsabilidad enorme. Las farmacéuticas deben diseñar ensayos inclusivos, con medidas adaptadas y criterios realistas y los organismos reguladores, como la EMA o la FDA, deben exigir planes de diversidad que contemplen la discapacidad intelectual en general y a las personas con síndrome de Down, precisamente por su altísimo riesgo de sufrir los síntomas de la EA.

No se trata de un gesto de buena voluntad, sino de un requisito ético y científico para que los tratamientos realmente sean para todos.

Educar desde otra mirada: la inclusión como meta posible

Comenzamos un nuevo curso escolar, y este no debería limitarse a retomar horarios, rutinas y programas. Ha de ser, sobre todo, una oportunidad para detenernos y preguntarnos: ¿estamos construyendo una escuela verdaderamente inclusiva, en la que cada estudiante tiene oportunidades para aprender y participar?

La educación es mucho más que transmitir conocimientos. Es una forma de mirar. La manera en que una escuela observa a su alumnado dice mucho de la sociedad que estamos construyendo. Y hoy, más que nunca, necesitamos una mirada inclusiva: una mirada que no se quede en las limitaciones, sino que descubra capacidades; que no vea problemas, sino oportunidades; que no etiquete, sino que acoja.

Hacer realidad la inclusión educativa no se consigue con un simple ajuste administrativo ni con una frase inspiradora en un documento oficial. Requiere un cambio profundo en la forma de concebir la diversidad. Mientras sigamos viendo la diferencia como un obstáculo, la tendencia será apartar, separar o segregar. Pero cuando logramos entender que la diversidad no es un problema, entonces descubrimos que la escuela puede y debe ser un espacio en el que nadie sobre, donde cada alumno y cada alumna es reconocido y valorado en su singularidad.

El verdadero cambio comienza con preguntas sencillas pero poderosas:
•¿Qué necesita este alumno para aprender?
•¿Qué fortalezas trae esta familia y el alumno o alumna, y cómo podemos apoyarnos en ellas?
•¿Qué puede aportar cada compañero y compañera para hacer que la clase sea más justa, más solidaria, más humana?
Es en esas preguntas donde nace la inclusión. Porque la inclusión no es un ideal lejano ni una meta utópica, es un derecho inmediato y concreto: el derecho de cualquier niño o niña a compartir aprendizajes con sus iguales, a ser parte de la vida escolar en plenitud.

Cada pequeño gesto en la escuela puede ser transformador. Cuando un docente ofrece múltiples formas de presentación para que su explicación sea comprendida, está haciendo inclusión. Cuando un grupo de compañeros invita a participar a quien suele quedarse al margen, está abriendo camino a la inclusión. Cuando una familia es escuchada y tomada en cuenta en la toma de decisiones, se fortalece la red inclusiva que sostiene el aprendizaje.

Este cambio de mirada no es sencillo ni inmediato. Requiere recursos, formación docente, apoyo institucional y compromiso político. Pero, sobre todo, exige convicción: la certeza de que todas las personas tienen derecho a aprender juntas. Que la diversidad enriquece, que la convivencia fortalece y que el aislamiento empobrece tanto a quien es separado como a quienes pierden la oportunidad de compartir con él o con ella.

La escuela inclusiva no es solo un beneficio para el alumnado con discapacidad o necesidades específicas, es un regalo para toda la comunidad educativa. Enseña a convivir, a respetar, a valorar lo distinto. Prepara ciudadanos más empáticos, más justos, más comprometidos. En definitiva, prepara una sociedad mejor.

Por eso, este nuevo curso debería servirnos como recordatorio y como desafío. Estamos a tiempo de cambiar la mirada. Estamos a tiempo de pasar de los discursos a la práctica, de las promesas a los hechos. La inclusión no puede seguir siendo un horizonte aplazado: tiene que ser la realidad que construyamos en cada aula, en cada recreo, en cada proyecto compartido.

Educar desde otra mirada significa reconocer que cada alumno y alumna cuenta, que sus voces deben ser escuchadas y valoradas. Porque no existe verdadera educación si no es inclusiva.

Ana Benítez: “El principal reto que tenemos es saber qué es y qué no es la educación inclusiva”

Como parte de la campaña ‘Qué es y qué no es la educación inclusiva’, entrevistamos a la coordinadora del área de educación de Down Sevilla, Ana Benítez, para que señale cuáles son los puntos clave y las barreras que dificultan una educación de calidad para todo el alumnado, independientemente de si tiene síndrome de Down o no.

Para comenzar, Benítez indica que “el principal reto que tenemos es saber qué es y qué no es la educación inclusiva”. “Educación inclusiva es dotar al alumno con síndrome de Down de las mismas oportunidades que a sus compañeros”, y no “que el alumno tenga que asistir a un sistema educativo paralelo o ir a un centro sin sus compañeros”.

Además, Benítez identifica dos grandes obstáculos para la inclusión: la actitud o compromiso del profesorado, “que, en ocasiones, desconfía de las capacidades de los alumnos”, y las evaluaciones psicopedagógicas que se realizan en los centros a los alumnos con síndrome de Down, “basadas en un modelo médico”, que condiciona negativamente la acogida en el aula y no analiza las barreras del entorno.

Por otro lado, la experta critica la escasa planificación y el uso de metodologías rígidas que dificultan la participación real del alumnado, y explica que, en demasiadas ocasiones, “el profesor no planifica pensando en todos y para todos” y se apoya en “una metodología muy rígida que no es válida”.  

Benítez también destaca en la entrevista tres obstáculos que dificultan la inclusión: escaso conocimiento de barreras de la discapacidad por parte del equipo docente, la teoría del acompañamiento y, por último, el currículum de los centros.

Frente al reto que supone la verdadera inclusión, la experta señala factores clave como el compromiso del equipo directivo y la formación del profesorado, y apuesta por aplicar el Diseño Universal para el Aprendizaje como enfoque metodológico eficaz. “La actitud del profesorado es clave para hacer al alumno miembro del grupo clase gracias a dinámicas para que se sienta incluido y para que sus compañeros sean apoyos naturales”, insiste.

Entrevista completa:

‘Quiero aprender contigo’: recursos para maestros

Garantizar la verdadera inclusión del alumnado con síndrome de Down es un reto complejo, pero no un problema si se cuenta con voluntad, compromiso y los recursos necesarios para ello.

Por eso, como parte de nuestra campaña ‘Qué es y qué no es la educación inclusiva’ para favorecer la educación de calidad para todo el alumnado, desde DOWN ESPAÑA, queremos ofrecer herramientas a los profesionales de la educación.

La atención a la diversidad implica reorganizar los recursos del centro para responder a las necesidades del alumnado dentro del marco legal y con la colaboración de toda la comunidad educativa. Supone superar el modelo tradicional donde todos los estudiantes hacen lo mismo, al mismo tiempo y con los mismos materiales. Para ello, es necesario diseñar materiales, aplicar distintas formas de agrupamiento, flexibilizar tiempos y grupos, y adoptar metodologías variadas con nuevos enfoques y estrategias.

Por ello, a lo largo de los años, nuestros expertos de la Red Nacional de Educación han elaborado multitud de publicaciones dirigidas a los docentes , y en esta ocasión, queremos compartir con ellos ‘Quiero aprender contigo’. Se trata de un conjunto de tres guías que, en palabras de nuestra experta en Educación Inclusiva, Mónica Díaz, «buscan apoyar a los docentes y a toda la comunidad educativa en la inclusión real del alumnado con síndrome de Down. Cada documento responde a una necesidad concreta, desde estrategias recomendables en aulas inclusivas a consejos sobre cómo establecer una buena comunicación con las familias del alumnado con síndrome de Down».

-Guía ‘Estrategias para la inclusión’, disponible haciendo click aquí.

– Guía ‘Coordinación y comunicación con las familias’, disponible haciendo click aquí.

-Guía ‘Aprendizaje del alumnado con síndrome de Down’, disponible haciendo click aquí.

Estas guías de vuelta al cole vienen acompañadas de la carta de un niño con síndrome de Down para su maestro en la que indica lo que necesita de cara a este nuevo curso:

-Que crean en sus capacidades

-Que les faciliten oportunidades reales de aprendizaje

-Que fomenten su participación

-Que realicen las adaptaciones necesarias para que puedan dar lo mejor de sí

-Que colaboren con sus familias

DOWN ESPAÑA exige que se deje de maquillar la realidad y se transforme el sistema educativo desde la raíz

Según el Informe 2024 sobre el estado del sistema educativo, en España, el 75 % del alumnado con discapacidad intelectual está escolarizado en centros ordinarios. Sin embargo, para DOWN ESPAÑA, una escuela ordinaria no es, por defecto, una escuela inclusiva. “Que un niño o una niña esté físicamente en un aula no significa que esté siendo realmente incluido”, asegura Mateo San Segundo, presidente de la entidad.

Para San Segundo, “seguimos confundiendo integración con inclusión. Cada día, miles de niños y niñas con síndrome de Down asisten a centros que no les garantizan su derecho a aprender en igualdad de condiciones, a participar plenamente ni a desarrollarse con los apoyos que necesitan. Esta falsa inclusión, continúa San Segundo, no es una anécdota: es una forma sistemática de vulneración de derechos humanos”.

Para DOWN ESPAÑA, para que exista educación inclusiva de verdad, deben cumplirse tres condiciones fundamentales, conocidas como las 3P de la inclusión:

  • Presencia: no basta con estar matriculado; hay que compartir espacios, tiempos y experiencias con el grupo.
  • Participación: no basta con observar; hay que ser escuchado, jugar, opinar, decidir y sentirse parte.
  • Progreso: no basta con estar presente; hay que avanzar, aprender y construir un futuro con expectativas altas y apoyos reales.

Ante esta realidad, coincidiendo con la vuelta a las aulas, y con el objetivo de desmontar los mitos y las barreras que siguen existiendo en el sistema educativo, DOWN ESPAÑA lanza la campaña ‘Qué es y qué no es la Educación Inclusiva” para trasladar un mensaje claro, directo y urgente: “muchas veces llamamos inclusión a lo que en realidad es exclusión encubierta.”

A través de una serie de vídeos protagonizados por personas con síndrome de Down y profesionales de apoyo, la campaña pone voz a quienes no están siendo escuchados y reclama que todos los alumnos puedan estar, participar y progresar en su aprendizaje #TanComoTú.

 Cada vídeo desmonta mitos y evidencia lo que aún falta para poder hablar reamente de una educación inclusión:

  • La inclusión es presencia real, no aislamiento en rincones del aula o en aulas segregadas.
  • La inclusión es participación activa, no ser un espectador pasivo de lo que hacen los demás.
  • La inclusión es progreso con sentido, es aprender y abrir posibilidades para su futuro laboral.
  • La inclusión es un derecho, no un privilegio. Está reconocido por la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, y el Estado está obligado a garantizarlo.

Por todo esto, DOWN ESPAÑA exige a las administraciones educativas y responsables políticos que dejen de maquillar la realidad con cifras y empiecen a transformar el sistema educativo desde la raíz porque, para Mateo San Segundo, “no se puede hablar de inclusión mientras se recorta en apoyos, se permite la segregación o se justifica el abandono”.

El presidente de la Federación confía en que el Plan Estratégico de Educación Inclusiva que está elaborando actualmente el Ministerio de Educación se convierta en una verdadera palanca de cambio, que garantice un sistema educativo realmente inclusivo en todas las etapas. “Solo una escuela que acoge y valora la diversidad, es una escuela que educa”, concluye San Segundo.

“Tertulias Entrefamilias”: un espacio de apoyo y comunicación para familias de personas con síndrome de Down

Generalmente, las nuevas familias o familias de personas con síndrome de Down necesitan y buscan contar con el apoyo o ejemplo de otras familias y compartir experiencias que les pueden ser comunes.

La Red Nacional de Atención Temprana de Down España (grupo de trabajo de profesionales de atención temprana), ha desarrollado un proyecto con el objetivo de dar respuesta a esa necesidad de familias socias de entidades de DOWN ESPAÑA con niños o niñas con síndrome de Down. Se trata de la iniciativa: “Tertulias Entrefamilias”.

“A través de este programa, se organizan grupos estables de familias que tendrán reuniones periódicas en las que compartir sus experiencias en un espacio seguro, contrastar sus ideas, sus dudas y, de este modo, sentirse acompañados ante sus circunstancias vitales. El apoyo de los profesionales es importante, pero algunos padres manifiestan su necesidad de conocer la realidad de otras personas que viven situaciones parecidas con las que poder identificarse y con las que encontrar comprensión desde la igualdad y empatía”, explica Sonsoles Perpiñán, psicóloga y coordinadora de nuestra Red Nacional de Atención Temprana (RNAT).

Para llevar a cabo este proyecto, los participantes de nuestra RNAT han elaborado un documento en el que los profesionales de nuestras entidades podrán apoyarse para diseñar esos espacios grupales en sus servicios de Atención Temprana. Así, podrán ofrecer las mejores garantías de calidad, pautas sobre los objetivos, los contenidos y la metodología a seguir, así como muchos ejemplos de posibles actividades a desarrollar en las reuniones con las familias.

“Creemos que de este modo será más fácil que los profesionales de las entidades, tanto del servicio de Atención Temprana como de otros servicios, se animen a poner en marcha este programa que ofrece a las familias un formato cálido y sencillo en compañía de otras familias y con la coordinación de los profesionales que orienten y acompañen los procesos de reflexión y de cambio que en ese contexto se producen”, señala Perpiñán.

DOWN ESPAÑA surgió a partir de iniciativas en las que pequeños grupos de padres se reunían para apoyarse y luchar por los derechos de sus hijos. “Creemos que nuestras entidades no deben abandonar esta función de apoyo mutuo y, por esta razón, hemos intentado dar forma a esta iniciativa que cobra una importancia especial en los primeros momentos del desarrollo del niño, pero sigue siendo valiosa a lo largo de todo el ciclo vital”, señala la especialista.

Puedes consultar la guía “Tertulias Entrefamilias” haciendo click aquí.

Pep Ruf: «¿Qué es la exclusión digital?»

Actualmente, muchos de nosotros utilizamos la tecnología en nuestra vida diaria. Actividades que antes requerían múltiples gestiones o desplazamientos, ahora dependen de algún dispositivo o aplicación digital: ver la televisión, comunicarnos, movernos por la ciudad, aspirar la casa, cocinar, hacer la compra, consultar la agenda, pedir una cita médica o planificar un viaje.

Poco a poco, todos nos hemos ido incorporando al mundo digital, reduciendo la brecha que durante años dejó fuera a una parte importante de la población. Sin embargo, aún existen personas con un acceso limitado o un uso restringido de estos recursos, ya sea por falta de conectividad, dispositivos adecuados, conocimientos, apoyos o accesibilidad cognitiva.

Hoy en día, es común disponer de teléfonos móviles inteligentes, ordenadores, tablets, conexión wifi y, cada vez más, de aparatos con funcionalidades digitales: altavoces, robots de cocina, sistemas de climatización, coches, alarmas… Todo ello nos hace la vida más cómoda, al igual que décadas atrás lo hicieron electrodomésticos como el frigorífico o la lavadora. ¿Podemos imaginarnos haciendo toda la colada a mano?

Nos encontramos frente a una nueva realidad, en la que necesitamos adaptar nuestros hábitos para satisfacer necesidades y deseos, participando en igualdad de condiciones. Pero también debemos estar atentos: este entorno digital, si no se gestiona desde la accesibilidad y la equidad, puede convertirse en un nuevo motivo de discriminación y exclusión.

Las personas con síndrome de Down no son ajenas a esta revolución digital, especialmente las más jóvenes. Sin embargo, muchos dispositivos, interfaces y aplicaciones aún no contemplan la diversidad cognitiva en su diseño. La falta de accesibilidad cognitiva puede suponer una barrera insalvable para quienes no saben leer, tienen un habla poco inteligible o dificultades para orientarse en los menús, iconos o instrucciones de una pantalla.

A esto se suma, en ocasiones, una cierta sobreprotección por parte de adultos, familias o profesionales, que restringen el uso de la tecnología exclusivamente a contextos de aprendizaje, terapia o rehabilitación, con una supervisión cercana.

Frecuentemente, se excluyen otros usos vinculados al entretenimiento, las relaciones sociales, el ocio, el consumo o la economía personal, por considerarse menos importantes, innecesarios o potencialmente inseguros. Sin embargo, conviene recordar que la seguridad no depende de limitar los usos, sino de educar en una gestión responsable. Además, limitar el acceso a ciertos usos digitales puede convertirse en una forma sutil de discriminación, negando a la persona oportunidades de desarrollo, autonomía, identidad y participación plena en la comunidad.

Un joven con síndrome de Down me contaba recientemente cómo se sintió en la fiesta de cumpleaños de un compañero de instituto, sus amigos jugaban con videojuegos que él no conocía y publicaban vídeos en TikTok, una aplicación que él no tenía instalada. Se sintió fuera de lugar, excluido de un lenguaje común entre iguales. Esa exclusión no era solo digital: era profundamente social.

La inclusión digital no es solo una cuestión de acceso técnico, sino también de derecho a la igualdad de oportunidades, a la autonomía personal y a la construcción de una ciudadanía plena. La tecnología, bien empleada, puede ser una gran aliada de la autodeterminación y el empoderamiento.

¿Qué podemos hacer durante estas vacaciones de verano?

El verano es un momento ideal para experimentar con nuevas herramientas digitales en un contexto más relajado y menos estructurado. Aquí algunas ideas prácticas para familias, profesionales y personas con síndrome de Down:

  • Explorar juntos aplicaciones de uso cotidiano: Google Maps, apps de transporte público, calendarios digitales, listas de la compra, asistentes de voz… Familiarizarse con ellas favorece la autonomía en la vida diaria.
  • Fomentar el ocio digital compartido: ver series, escuchar música en plataformas digitales, jugar videojuegos accesibles, crear vídeos o fotografías para redes sociales (con control de privacidad), pueden ser actividades enriquecedoras.
  • Crear rutinas con apoyo digital: establecer horarios con alarmas o recordatorios visuales, usar calendarios con imágenes o pictogramas, preparar menús semanales con recetas en vídeo.
  • Educar en el uso seguro de internet: hablar sobre privacidad, contraseñas, ciberseguridad, publicidad engañosa, etc., en un lenguaje claro y adaptado.
  • Fomentar la expresión personal: animar a escribir un pequeño blog, grabar un videodiario o crear una playlist personalizada permite construir identidad y compartir intereses.

Pero hay unas medidas de bienestar y seguridad que debemos considerar en el uso de los recursos digitales:

  • Tiempo de uso diario: todos los dispositivos tienen sistemas de control del uso que hacemos de ellos para que analicemos y decidamos cómo queremos gestionarlos.
  • Interferencias en las actividades diarias: el uso de los dispositivos no puede condicionar, alterar, limitar o dificultar la realización de mis rutinas y actividades diarias. Debe facilitarlas y/o preservarlas. 
  • Interferencias en las relaciones personales: no debe limitar la cantidad y calidad de mis relaciones personales con familiares, amigos, pareja, vecinos, etc. Dejar de ver a personas, conformarme con comunicarme con ellas digitalmente, generar conflictos en la comunicación digital, etc. 
  • Grado de dependencia: ansiedad y necesidad constante de tener al alcance mis dispositivos: comer con ellos en la mesa, dormir con ellos en la mesita de noche, no salir de casa sin ellos, consultarlos en el cine o teatro.
  • Estado anímico: irritabilidad, falta de concentración, tristeza, sentimiento de soledad o aislamiento, alteraciones del sueño

Consejos prácticos en los usos digitales:

  • Apagar el móvil en algunos momentos diarios: comidas, noche, actividades regulares, …
  • No interrumpir las situaciones de relación personal con dispositivos: no contestar al teléfono cuando tomo algo con un amigo.
  • Evitar permanecer conectado en las redes sociales sin un objetivo concreto, curioseando o haciendo scrlollling
  • Evitar la luz azul de las pantallas antes de dormir…
  • Limitar o evitar el uso de notificaciones que nos reclaman constantemente
  • Evitar el consumo impulsivo y el abuso de ciertas herramientas.
  • Desconectar selectivamente

Tecnología para todos, no para unos pocos

La tecnología debe ser una herramienta para la inclusión, no una nueva barrera. Para ello, necesitamos avanzar hacia un diseño universal que contemple la diversidad cognitiva, fomentar una cultura de apoyos naturales (familia, amigos, profesionales) que no limiten sino acompañen, y promover entornos digitales más accesibles, más seguros y humanos.

Las personas con síndrome de Down tienen derecho a participar plenamente en esta sociedad digital. Nuestro reto como educadores, familias y sociedad es asegurarnos de que nadie quede atrás.

Pep Ruf, coordinador de la Red Nacional de Vida Independiente de DOWN ESPAÑA.

Mateo San Segundo: «Somos una organización de familias»

La mayoría de las 93 entidades que conforman Down España, nacieron de un grupo de familias que, en un momento determinado, establecieron un diálogo al comprobar que a sus hijos o hijas no les estaban llegando los apoyos y servicios que estaban necesitando y que consideraban imprescindibles.

Algunas de estas familias se reunieron hace ya más de cuarenta años y se encontraron en lugares donde atendían a sus hijos (hospital, centro de atención primaria, …).

Esa es la principal característica de nuestras asociaciones y de nuestra Federación y, también, nuestra gran fuerza. Somos un movimiento de familias que conocen a sus hijos, sus necesidades y su forma de ser y actuar y que entienden los pasos que hay que dar para conseguir la mayor autonomía posible para ellos y la menor dependencia. Somos familias que, muchas veces, sabemos más del síndrome de Down que muchos profesionales.

Tanto las asociaciones locales, como la Federación, están formadas por familias que hemos apostado por un proyecto de vida para nuestros hijos e hijas y una forma de hacer las cosas que nos identifica y caracteriza desde cómo afrontamos la atención temprana, cómo nos posicionamos en una apuesta a favor de la educación inclusiva y del empleo con apoyo o cómo luchamos para que nuestros hijos e hijas tengan una vida adulta digna y lo más independiente posible para llegar a una madurez y un envejecimiento activo.

Y todo eso, lo hacemos de una forma determinada y con la impronta que nos caracteriza y nos diferencia del resto de entidades que se ocupan de las personas con discapacidad intelectual. Somos familias luchadoras.

Las familias de las personas con síndrome de Down y las propias personas con síndrome de Down han sido y siguen siendo el motor de todos los cambios que se han producido en los últimos 50 años con respecto al síndrome de Down.

La mayor parte de los avances legislativos, de la percepción que se tiene actualmente en la sociedad de las personas con síndrome de Down o de los logros conseguidos en el ámbito médico se han conseguido gracias a la lucha de las familias y de las propias personas con síndrome de Down.

Para Down España los Encuentros de Familias que celebramos cada año, desde hace 24, son un acontecimiento muy importante, al que damos mucho valor. Para nosotros es el evento más importante del año junto con el Día Mundial del Síndrome de Down.

De hecho, en estos 24 años solo ha habido una edición de nuestro Encuentro que no se celebró de forma presencial: la del año de la pandemia por COVID-19. Aun así, no dejamos de hacerlo y organizamos el encuentro en formato online.

Desde los primeros años, en los que a los Encuentros asistían un centenar de personas, hasta la actualidad, a los que asisten entre 500 y 700 personas, las cosas han cambiado considerablemente.

Para la Federación, que es quién organiza esos Encuentros junto a una de nuestras asociaciones locales, este evento es la forma de rememorar cómo nacieron nuestras entidades y, sobre todo, cómo las familias nos comunicamos, intercambiamos experiencias, nos damos ánimos y nos contamos nuestras penas y alegrías.

En los Encuentros de Down España lo más importante son esos momentos de conversación, de diálogo, de compartir entre todos nosotros, sin olvidar la formación e información que recibimos y los momentos de tiempo de ocio, que tanto bien nos hacen cada año. En esa línea, queremos seguir insistiendo y potenciando, cada vez más, ese diálogo tranquilo y sosegado entre familias y entre las propias personas con síndrome de Down, que debería ser la esencia de los Encuentros.

Por eso, el interés que muestran muchas familias cada año cuando se lanza la inscripción nos reconforta y, a la vez, nos preocupa.

Nos preocupa que para muchos Encuentros haya menos plazas disponibles de las que necesitaríamos y que haya familias que se tengan que quedar en lista de espera y, en ocasiones, fuera del evento (lamentablemente, por motivos económicos y organizativos no podemos ofertar todas las plazas que nos gustaría).

Por un lado, nos gustaría atraer a familias jóvenes que no han participado nunca en un Encuentro y esperamos poder llegar a ellas y conseguir que asistan a los próximos, y, por otro, nos preocupa poder seguir manteniendo a las familias que cada año acuden y para las que este evento es un hito importante. Por último, nos inquieta que las familias que tienen menos recursos económicos se queden fuera del Encuentro por ese motivo.

Desde la Federación, seguimos trabajando en todos estos temas para encontrar soluciones y conseguir, no solo mantener los Encuentros anuales, sino mejorarlos. Y os aseguro que, ahora mismo, no es tarea fácil.

En diciembre, celebraremos el XXV Encuentro Nacional de Familias en Zaragoza, organizado junto a Up&Down. En estos momentos, ya tenemos el aforo completo y una lista de espera que confiamos poder acomodar antes de octubre. Entre todos conseguiremos un Encuentro fantástico que debe ir en la línea que manifestaba antes. Debe ser un momento de diálogo, de compartir, de intercambiar, de encontrarnos y abrazarnos para salir más reforzados y con más ánimos para defender a nuestros hijos  e hijas y seguir consiguiendo que sus vidas sean lo mejor posible.

Hemos logrado muchas cosas, pero no podemos pararnos porque aún queda mucho por hacer y nada se mantiene si no se defiende cada día.

Nos vemos en diciembre en Zaragoza.

Mateo San Segundo

La alimentación saludable, clave para el bienestar físico y cognitivo de las personas con síndrome de Down

Según evidencian las conclusiones del estudio europeo GO-DS21, en el que participan el Hospital del Mar Research Institute y el Centro de Regulación Genómica (CRG), “una buena alimentación y el ejercicio en las personas con síndrome de Down no solo reduce las comorbilidades como la obesidad, sino que mejora la percepción cognitiva”. Así lo explicó el doctor Rafael de la Torre, del Hospital del Mar, durante la presentación del estudio en marzo de este año con motivo del Día Mundial del Síndrome de Down.  

Los resultados de la investigación, en la que también participa la doctora experta en síndrome de Down y colaboradora de DOWN ESPAÑA, Mara Dierssen, indican que una dieta rica en verduras, proteínas de calidad, cereales integrales y grasas saludables es la más beneficiosa. Además, se destaca que los hábitos alimentarios de las familias influyen directamente en los de las personas con síndrome de Down. 

Teniendo en cuenta la demostrada importancia de una alimentación saludable para las personas con síndrome de Down a nivel físico y cognitivo, y que durante el verano es más complejo seguir los buenos hábitos, desde DOWN ESPAÑA, dentro de nuestra campaña ‘En verano me cuido #TanComoTú’, nos centramos estas semanas en fomentar la alimentación saludable.  

Después de haber compartido información y recursos didácticos y audiovisuales sobre consejos de salud generales idóneos para el verano, durante los próximos días, nos centraremos en difundir contenido divulgativo sobre la alimentación saludable y sus innumerables beneficios para las personas de nuestro colectivo.  

En palabras de Fernanda Albamonte, técnica de Programas de Salud de DOWN ESPAÑA, “el objetivo de esta campaña es animar a toda la familia a participar activamente en la creación de hábitos de vida saludables. Queremos que la actividad física, la alimentación equilibrada y la higiene diaria se conviertan en momentos de encuentro, aprendizaje y disfrute compartido”. 

Evitar las comidas pesadas, beber agua varias veces al día o reemplazar el consumo de bollería y alimentos ultraprocesados por opciones más saludables son algunos de los consejos clave en los que se centra ‘En verano me cuido #TanComoTú’.  

Gran parte del contenido informativo de los materiales ha contado con las aportaciones del grupo de adultos con síndrome de Down de la Red Nacional de Vida Adulta y Envejecimiento de DOWN ESPAÑA. 

Para más información sobre salud y alimentación de personas con síndrome de Down, descarga:

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