DOWN ESPAÑA y Multiópticas lanzan una colección de gafas diseñadas para niños con síndrome de Down

El 75 % de las personas con síndrome de Down presenta problemas visuales. Además, existe una serie de características faciales y necesidades específicas que dificultan el ajuste de las monturas al rostro de las personas de nuestro colectivo. Por esta razón, Multiópticas presenta su nueva colección de gafas “mó Kids”, desarrollada en colaboración con DOWN ESPAÑA.

Se trata de una línea de lentes infantiles diseñada para adaptarse a las necesidades de los niños con síndrome de Down: gafas más cómodas, resistentes y seguras, con puentes bajos y apoyos nasales adaptados a su fisionomía y con diseños que apuestan por la funcionalidad.

La colección “mó kids”, ya disponible bajo el lema «Diseñadas con y para ellos, para construir un futuro más inclusivo», ha sido creada a partir de un proceso de escucha activa a familias y a expertos en salud visual. Además, parte de los beneficios obtenidos con su venta se destinará a programas de DOWN ESPAÑA para mejorar la calidad de vida y la inclusión de las personas con síndrome de Down en nuestro país.

En palabras de Agustín Matía, director gerente de DOWN ESPAÑA, “la incidencia de patologías visuales en las personas con síndrome de Down es mayor que en el resto de la población y, muy a menudo, con una evolución más rápida. Por eso, cualquier apoyo para mejorar su funcionalidad será clave en su bienestar en su inclusión”

“Estamos muy agradecidos a Multiópticas por su implicación en esta iniciativa, que supondrá un avance importante en el bienestar y en la mejora de la salud visual de los menores de nuestro colectivo”, añade Matía.

Por su parte, Salomé Suárez, directora de Corporativo y Fundación Multiópticas, señala que esta colaboración ofrece “una solución real y tangible”. “No se trata solo de diseñar gafas, sino de derribar barreras. Estamos orgullosos de que nuestro conocimiento pueda contribuir directamente a la autonomía y felicidad de los más pequeños», señala.

Desde DOWN ESPAÑA, animamos a las familias de niños con síndrome de Down que necesiten gafas a conocer esta colección pensada y diseñada para ellos.

María Carmona: “Las personas con síndrome de Down han sido excluidas de los ensayos clínicos de tratamientos para el Alzheimer”

La enfermedad de Alzheimer afecta a más del 85% de las personas con síndrome de Down a partir de los 65 años. Por ello, desde DOWN ESPAÑA, en el marco del Día Mundial del Alzheimer, que se celebra este domingo 21 de septiembre, insistimos en la necesidad de proporcionar a las personas del colectivo estrategias y hábitos saludables para retrasar, en la medida de lo posible, la aparición de los primeros síntomas y recordamos la importancia de la investigación, pues solo gracias a ella será posible prevenirla, tratarla y mejorar la calidad de vida de los pacientes y de sus familias.

Entrevistamos a María Carmona-Iragui, neuróloga del Centro Médico Barcelona Down de la Fundació Catalana Síndrome de Down e investigadora de la Unidad de Memoria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, para saber más sobre las investigaciones que se están llevando a cabo en relación al Alzheimer y al síndrome de Down a nivel internacional y en el equipo de la experta.


– ¿Cuáles han sido los últimos hallazgos relevantes sobre la relación entre el síndrome de Down y el Alzheimer?

Hoy sabemos con certeza que prácticamente todas las personas con síndrome de Down desarrollarán la enfermedad de Alzheimer (EA) si viven lo suficiente. La causa está en el cromosoma 21 extra, que incluye, entre otros, el gen APP (gen de la proteína precursora del amiloide), clave en la producción de la proteína beta-amiloide. Por este motivo, el síndrome de Down se considera una forma genéticamente determinada de EA.

En los últimos años, hemos podido afinar el “reloj biológico” de la EA en el síndrome de Down: las personas del colectivo comienzan a acumular proteína amiloide desde edades tempranas de la vida y, con los años, se van desarrollando los procesos de la EA, hasta que, a los 40 años, las características microscópicas de la EA ya están presentes en el cerebro de prácticamente todas las personas con síndrome de Down.

Los síntomas de la enfermedad, sin embargo, suelen ser más tardíos, apareciendo, de media, sobre los 50-55.

El desarrollo de biomarcadores, tanto bioquímicos como de neuroimagen, ha permitido caracterizar el largo proceso de la EA y ahora somos capaces de detectarla de una manera menos invasiva y más precoz.

– ¿Qué se está investigando actualmente a nivel nacional o internacional? y, ¿en vuestro equipo?

Afortunadamente, en los últimos años, el interés y la inversión en investigación en este campo ha despertado y ha permitido el desarrollo de grandes cohortes o consorcios internacionales que siguen a personas con síndrome de Down, como el DABNI, TRC-DS, ABC-DS o el Horizon, que permiten estudiar más a fondo la EA en el síndrome de Down y armonizar protocolos para trabajar de manera homogénea.

En nuestro equipo seguimos impulsando la cohorte DABNI (por sus siglas en inglés, de Down Alzheimer Barcelona Neuroimaging Initiative), una cohorte poblacional, basada en un plan de salud, que incluye más de 1100 adultos con síndrome de Down.

En este contexto, seguimos estudiando la EA a través de la caracterización clínica y cognitiva de los adultos con síndrome de Down y del desarrollo de diversos biomarcadores (bioquímicos, de neuroimagen y neurofisiológicos), solos o en combinación, con el fin de conocer mejor los distintos procesos que ocurren de la EA y poder identificar dianas terapéuticas.

También estamos colaborando de forma activa en el diseño y reclutamiento de participantes en ensayos clínicos con tratamientos modificadores de la EA y estamos poniendo en marcha un ensayo clínico independiente multicéntrico nacional.

– ¿Existen pautas o recomendaciones médicas que puedan retrasar la aparición de los primeros síntomas del Alzheimer en personas con síndrome de Down?

Actualmente, no hay una medicina que evite o cure la enfermedad, pero sí sabemos que tratar bien algunos factores, que también ocurren con frecuencia, es fundamental.

La apnea del sueño, los problemas de tiroides, la epilepsia, las limitaciones visuales o auditivas o la depresión, si no se abordan, pueden no solo confundirse con la EA, sino que podrían acelerar el deterioro cognitivo. Por eso, recomendamos no esperar a que aparezcan los problemas cognitivos y realizar evaluaciones especializadas anuales a partir de los 35 años con cribados cognitivos adaptados. Además, un estilo de vida saludable, incluyendo actividad física, dieta equilibrada, interacción social y estimulación cognitiva, puede ser beneficioso y siempre se recomienda.

– ¿Se están probando posibles medicamentos que frenen los síntomas del Alzheimer en personas con síndrome de Down?

Sí. Los ensayos clínicos dirigidos a la EA en personas con síndrome de Down han sido limitados históricamente; sin embargo, el creciente reconocimiento del riesgo casi universal de EA en el síndrome de Down ha llevado a un mayor enfoque en la investigación clínica personalizada.

El ensayo ABATE, por ejemplo, que prueba la eficacia y seguridad de un fármaco anti-amiloide, está en fase de reclutamiento a nivel mundial.

Se trata de la vacuna ACI-24, probada anteriormente en un ensayo que incluyó a pacientes con síndrome de Down. La vacuna fue segura y bien tolerada, generó la respuesta inmunológica esperada.

Por otro lado, el estudio ALADDIN (por sus siglas en inglés, de Amyloid Lowering for Alzheimer’s in Down’s Donanemab INvestigation), específicamente diseñado para personas con síndrome de Down, estudiará la seguridad y tolerabilidad del donanemab, uno de los nuevos fármacos anti-amiloide ya aprobados en Estados Unidos para el tratamiento de pacientes con EA en la población general.

Finalmente, próximamente se pondrá en marcha el ensayo LESS-AD (por sus siglas en inglés, de LEvetiracetam to prevent Seizures in adults with Down Syndrome and Alzheimer’s Disease), un ensayo clínico multicéntrico nacional, de investigación independiente, que pretende estudiar el papel de un fármaco antiepiléptico bien conocido como preventivo de crisis epilépticas en la EA sintomática en adultos con síndrome de Down.

– ¿Para cuándo se espera la comercialización de algún medicamento de ese tipo?

Los avances recientes en el tratamiento de la EA en la población general se han centrado en terapias dirigidas a la proteína amiloide, una proteína distintiva implicada en la patología de la EA.

El Lecanemab ya está autorizado en Europa desde este año, si bien todavía no ha llegado a administrarse en España, y Donanemab ha recibido una opinión positiva de la Agencia Europea del Medicamento, por lo que se espera su aprobación inminente.

Sin embargo, a pesar de su potencial, no existe evidencia para el uso de estas terapias en personas con síndrome de Down, ya que fueron excluidas de estos estudios.

Esta exclusión es especialmente preocupante dado el mayor riesgo de anomalías en las imágenes relacionadas con el amiloide (ARIA), un efecto secundario conocido de estas terapias, que, si bien no ha quedado todavía demostrado, podría verse exacerbado en personas con síndrome de Down. Por ello, es necesario realizar estudios de eficacia y seguridad específicos en población con síndrome de Down, con la monitorización necesaria, que determinen si este mayor riesgo teórico se traduce en resultados reales de ARIA.

– ¿Por qué es importante que las familias y las propias personas con síndrome de Down se involucren en los ensayos clínicos relacionados con el Alzheimer?

En primer lugar, porque su participación va mucho más allá de ser “pacientes” en un estudio o cuidadores. Cada vez, se está extendiendo más el concepto de co-investigadores refiriéndose a que los pacientes y cuidadores tengan voz en la investigación: su experiencia, sus prioridades y su visión del día a día son fundamentales para orientar la investigación hacia lo que realmente importa.

 Ellos pueden ayudarnos a definir qué cambios cognitivos o conductuales son más relevantes, qué pruebas son más fáciles de realizar o qué barreras existen para acudir a una visita.

Por otro lado, porque sin su participación e implicación no habrá datos que nos permitan saber si los tratamientos realmente funcionan en esta población. Históricamente, las personas con discapacidad intelectual han estado excluidas de la investigación, lo que ha generado una gran injusticia: justo quienes más riesgo tienen de EA son quienes menos se han beneficiado de los avances. Incluirles es, por tanto, una cuestión de equidad y de rigor científico.

– ¿Qué beneficios concretos puede aportar esa participación tanto a nivel individual como a nivel colectivo?

A nivel individual, supone un acceso temprano a diagnósticos avanzados, un seguimiento médico estrecho y, en algunos casos, la posibilidad de beneficiarse de un tratamiento prometedor.

A nivel colectivo, la participación genera conocimiento que servirá para validar biomarcadores, adaptar herramientas cognitivas y, en última instancia, acelerar la llegada de terapias efectivas para toda la comunidad con síndrome de Down.

– ¿Qué barreras suelen encontrar las familias a la hora de participar y cómo se podrían superar?

Las familias y los cuidadores pueden dudar a la hora de animar a su familiar/ persona a cargo con síndrome de Down a participar en ensayos clínicos debido a cuestiones éticas (desarrollar un poco la idea de que es complejo y una gran responsabilidad consentir participar en un ensayo clínico en nombre de otra persona porque tiene discapacidad intelectual y deterioro cognitivo).

Asimismo, las preocupaciones sobre la seguridad, la falta de confianza en las instituciones de investigación o la percepción de que la persona podría no beneficiarse directamente de la participación podrían también jugar un papel.

La retención en estudios que requieren seguimiento es igualmente difícil, especialmente en estudios a largo plazo que requieren procedimientos invasivos, visitas frecuentes o intervenciones complejas.

La participación sostenida en las actividades derivadas de un ensayo clínico en pacientes con síndrome de Down requiere la participación activa de los cuidadores, lo que puede complicarse por las exigencias de tiempo y la fatiga emocional. Apoyar a los cuidadores mediante programas específicos, actividades de extensión comunitaria y diseños de ensayos optimizados que reduzcan la carga y garanticen la calidad de los datos es esencial para mejorar la retención y la participación.

– ¿Se ha tendido a excluir a las personas con síndrome de Down de los ensayos clínicos sobre Alzheimer?, ¿Por qué?

Sí, hasta estos estudios más recientes que ya se han comentado, las personas con síndrome de Down han sido sistemáticamente excluidas de los ensayos clínicos de tratamientos para la enfermedad de Alzheimer, incluyendo los ensayos fundamentales de Lecanemab (Clarity AD) y (Donanemab TRAILBLAZER-ALZ 2), que han mostrado recientemente su eficacia en la población en general.

Si bien el diagnóstico de síndrome de Down no se incluyó como criterio de exclusión formal, la mayoría de los ensayos excluyeron a personas con discapacidad intelectual o trastornos del neurodesarrollo preexistentes, lo que indirectamente excluyó a la población con síndrome de Down.

Además, los criterios de elegibilidad relacionados con la edad, el rendimiento cognitivo o las afecciones médicas coexistentes pueden haber limitado aún más la participación.

El ensayo del Lecanemab incluyó a participantes de 50 a 90 años, y el ensayo de Donanemab incluyó a participantes de 60 a 85 años; estos rangos de edad no se corresponden con la aparición más temprana de la EA en la población con síndrome de Down, que suele comenzar en la cuarta o quinta década de la vida.

En términos más generales, la mayoría de los ensayos de EA incluyen criterios de elegibilidad por edad que no incluyen a los adultos más jóvenes con síndrome de Down, quienes presentan el mayor riesgo.

Además, las medidas de resultado utilizadas para evaluar el cambio cognitivo y funcional no están adaptadas ni validadas para personas con discapacidad intelectual. Aunque estos factores no eran criterios de exclusión formales, hicieron que la participación fuera inviable para las personas con síndrome de Down.

– ¿Qué se está haciendo actualmente para poder contar con las personas con síndrome de Down en los estudios?

Los ensayos deben implementar criterios inclusivos para ensayos clínicos, garantizando la representación de las personas con síndrome de Down y la generalización de los hallazgos a esta población.

Además, las estrategias de reclutamiento comunitario son esenciales para asegurar una amplia participación en los ensayos clínicos. La participación de las familias, los cuidadores y las organizaciones relacionadas con el síndrome de Down en el diseño y el reclutamiento de los ensayos contribuirá a generar confianza y compromiso, lo que se traducirá en mayores tasas de retención y una mayor diversidad de participantes.

También se necesitan campañas de educación pública e iniciativas de divulgación. La colaboración entre grupos de apoyo, instituciones de investigación y compañías farmacéuticas será esencial para acelerar el desarrollo de tratamientos seguros y eficaces para la EA en el síndrome de Down.

 – ¿Qué responsabilidad tienen las farmacéuticas y los organismos reguladores en garantizar esa inclusión?

Tienen una responsabilidad enorme. Las farmacéuticas deben diseñar ensayos inclusivos, con medidas adaptadas y criterios realistas y los organismos reguladores, como la EMA o la FDA, deben exigir planes de diversidad que contemplen la discapacidad intelectual en general y a las personas con síndrome de Down, precisamente por su altísimo riesgo de sufrir los síntomas de la EA.

No se trata de un gesto de buena voluntad, sino de un requisito ético y científico para que los tratamientos realmente sean para todos.

MAPFRE y DOWN ESPAÑA colaboran para orientar a las familias en la planificación y protección patrimonial

Ayer, celebramos el webinario «Asegura tu futuro desde los 45 años» junto a nuestros colaboradores de MAPFRE para aclarar a las familias de personas con síndrome de Down y otras discapacidades intelectuales algunas cuestiones sobre las diferentes figuras legales y coberturas de seguros que les podrían interesar para proteger el patrimonio y la planificación financiera de sus familiares.

En la sesión intervinieron Agustín Matía, director gerente de DOWN ESPAÑA, Cecilia Jarabo y Reyes García, directora de oficina y directora comercial de MAPFRE de Madrid respectivamente, y Manuel París, asesor de DOWN ESPAÑA y responsable en Ubica Seguros.

Los tres asuntos clave de la charla fueron el patrimonio protegido, los planes de pensiones para personas con discapacidad y las soluciones para la protección familiar y planificación sucesoria.

Sobre el patrimonio protegido, Jarabo explicó que “se trata de una masa patrimonial diseñada para satisfacer las necesidades vitales de una persona con discapacidad en la que todos los bienes y derechos están sometidos a un régimen de administración y supervisión específico”.

Jarabo no detalló más sobre esta figura legal, puesto que en DOWN ESPAÑA hemos dedicado varios espacios a este asunto. (Consulta información sobre el patrimonio protegido haciendo click aquí).

La experta continuó su exposición comentando cómo son los planes de pensiones de las personas con discapacidad en nuestro país y cuáles han sido los últimos cambios legales que les afectan: quién puede acceder a ellos, qué cantidades se pueden aportar o cuáles son las reducciones de esas aportaciones, entre otros puntos.

Por su Parte, Reyes García, indicó otras soluciones de aseguramiento para la protección de los bienes familiares, como son los seguros de ahorro o los seguros de vida. “Son otras opciones que permiten decidir quiénes son los beneficiarios en caso de fallecimiento fuera de una herencia”, recalcó.

Para finalizar, los expertos insistieron en la importancia de diseñar “soluciones a medida” y de aprovechar las ventajas fiscales disponibles.

Además, las asesoras de MAPFRE indicaron que se encuentran a la disposición de las familias y entidades que deseen recibir información de manera gratuita y sin compromiso sobre los asuntos mencionados.

Contacto MAPFRE: info@altum25.com Telf: 661 268 401

Del mismo modo, desde DOWN ESPAÑA, también ofrecemos orientación y acompañamiento personalizado y de confianza en downespana@sindromedown.org

Webinario «Asegura tu futuro desde los 45 años»:

Educar desde otra mirada: la inclusión como meta posible

Comenzamos un nuevo curso escolar, y este no debería limitarse a retomar horarios, rutinas y programas. Ha de ser, sobre todo, una oportunidad para detenernos y preguntarnos: ¿estamos construyendo una escuela verdaderamente inclusiva, en la que cada estudiante tiene oportunidades para aprender y participar?

La educación es mucho más que transmitir conocimientos. Es una forma de mirar. La manera en que una escuela observa a su alumnado dice mucho de la sociedad que estamos construyendo. Y hoy, más que nunca, necesitamos una mirada inclusiva: una mirada que no se quede en las limitaciones, sino que descubra capacidades; que no vea problemas, sino oportunidades; que no etiquete, sino que acoja.

Hacer realidad la inclusión educativa no se consigue con un simple ajuste administrativo ni con una frase inspiradora en un documento oficial. Requiere un cambio profundo en la forma de concebir la diversidad. Mientras sigamos viendo la diferencia como un obstáculo, la tendencia será apartar, separar o segregar. Pero cuando logramos entender que la diversidad no es un problema, entonces descubrimos que la escuela puede y debe ser un espacio en el que nadie sobre, donde cada alumno y cada alumna es reconocido y valorado en su singularidad.

El verdadero cambio comienza con preguntas sencillas pero poderosas:
•¿Qué necesita este alumno para aprender?
•¿Qué fortalezas trae esta familia y el alumno o alumna, y cómo podemos apoyarnos en ellas?
•¿Qué puede aportar cada compañero y compañera para hacer que la clase sea más justa, más solidaria, más humana?
Es en esas preguntas donde nace la inclusión. Porque la inclusión no es un ideal lejano ni una meta utópica, es un derecho inmediato y concreto: el derecho de cualquier niño o niña a compartir aprendizajes con sus iguales, a ser parte de la vida escolar en plenitud.

Cada pequeño gesto en la escuela puede ser transformador. Cuando un docente ofrece múltiples formas de presentación para que su explicación sea comprendida, está haciendo inclusión. Cuando un grupo de compañeros invita a participar a quien suele quedarse al margen, está abriendo camino a la inclusión. Cuando una familia es escuchada y tomada en cuenta en la toma de decisiones, se fortalece la red inclusiva que sostiene el aprendizaje.

Este cambio de mirada no es sencillo ni inmediato. Requiere recursos, formación docente, apoyo institucional y compromiso político. Pero, sobre todo, exige convicción: la certeza de que todas las personas tienen derecho a aprender juntas. Que la diversidad enriquece, que la convivencia fortalece y que el aislamiento empobrece tanto a quien es separado como a quienes pierden la oportunidad de compartir con él o con ella.

La escuela inclusiva no es solo un beneficio para el alumnado con discapacidad o necesidades específicas, es un regalo para toda la comunidad educativa. Enseña a convivir, a respetar, a valorar lo distinto. Prepara ciudadanos más empáticos, más justos, más comprometidos. En definitiva, prepara una sociedad mejor.

Por eso, este nuevo curso debería servirnos como recordatorio y como desafío. Estamos a tiempo de cambiar la mirada. Estamos a tiempo de pasar de los discursos a la práctica, de las promesas a los hechos. La inclusión no puede seguir siendo un horizonte aplazado: tiene que ser la realidad que construyamos en cada aula, en cada recreo, en cada proyecto compartido.

Educar desde otra mirada significa reconocer que cada alumno y alumna cuenta, que sus voces deben ser escuchadas y valoradas. Porque no existe verdadera educación si no es inclusiva.

Ana Benítez: “El principal reto que tenemos es saber qué es y qué no es la educación inclusiva”

Como parte de la campaña ‘Qué es y qué no es la educación inclusiva’, entrevistamos a la coordinadora del área de educación de Down Sevilla, Ana Benítez, para que señale cuáles son los puntos clave y las barreras que dificultan una educación de calidad para todo el alumnado, independientemente de si tiene síndrome de Down o no.

Para comenzar, Benítez indica que “el principal reto que tenemos es saber qué es y qué no es la educación inclusiva”. “Educación inclusiva es dotar al alumno con síndrome de Down de las mismas oportunidades que a sus compañeros”, y no “que el alumno tenga que asistir a un sistema educativo paralelo o ir a un centro sin sus compañeros”.

Además, Benítez identifica dos grandes obstáculos para la inclusión: la actitud o compromiso del profesorado, “que, en ocasiones, desconfía de las capacidades de los alumnos”, y las evaluaciones psicopedagógicas que se realizan en los centros a los alumnos con síndrome de Down, “basadas en un modelo médico”, que condiciona negativamente la acogida en el aula y no analiza las barreras del entorno.

Por otro lado, la experta critica la escasa planificación y el uso de metodologías rígidas que dificultan la participación real del alumnado, y explica que, en demasiadas ocasiones, “el profesor no planifica pensando en todos y para todos” y se apoya en “una metodología muy rígida que no es válida”.  

Benítez también destaca en la entrevista tres obstáculos que dificultan la inclusión: escaso conocimiento de barreras de la discapacidad por parte del equipo docente, la teoría del acompañamiento y, por último, el currículum de los centros.

Frente al reto que supone la verdadera inclusión, la experta señala factores clave como el compromiso del equipo directivo y la formación del profesorado, y apuesta por aplicar el Diseño Universal para el Aprendizaje como enfoque metodológico eficaz. “La actitud del profesorado es clave para hacer al alumno miembro del grupo clase gracias a dinámicas para que se sienta incluido y para que sus compañeros sean apoyos naturales”, insiste.

Entrevista completa:

‘Quiero aprender contigo’: recursos para maestros

Garantizar la verdadera inclusión del alumnado con síndrome de Down es un reto complejo, pero no un problema si se cuenta con voluntad, compromiso y los recursos necesarios para ello.

Por eso, como parte de nuestra campaña ‘Qué es y qué no es la educación inclusiva’ para favorecer la educación de calidad para todo el alumnado, desde DOWN ESPAÑA, queremos ofrecer herramientas a los profesionales de la educación.

La atención a la diversidad implica reorganizar los recursos del centro para responder a las necesidades del alumnado dentro del marco legal y con la colaboración de toda la comunidad educativa. Supone superar el modelo tradicional donde todos los estudiantes hacen lo mismo, al mismo tiempo y con los mismos materiales. Para ello, es necesario diseñar materiales, aplicar distintas formas de agrupamiento, flexibilizar tiempos y grupos, y adoptar metodologías variadas con nuevos enfoques y estrategias.

Por ello, a lo largo de los años, nuestros expertos de la Red Nacional de Educación han elaborado multitud de publicaciones dirigidas a los docentes , y en esta ocasión, queremos compartir con ellos ‘Quiero aprender contigo’. Se trata de un conjunto de tres guías que, en palabras de nuestra experta en Educación Inclusiva, Mónica Díaz, «buscan apoyar a los docentes y a toda la comunidad educativa en la inclusión real del alumnado con síndrome de Down. Cada documento responde a una necesidad concreta, desde estrategias recomendables en aulas inclusivas a consejos sobre cómo establecer una buena comunicación con las familias del alumnado con síndrome de Down».

-Guía ‘Estrategias para la inclusión’, disponible haciendo click aquí.

– Guía ‘Coordinación y comunicación con las familias’, disponible haciendo click aquí.

-Guía ‘Aprendizaje del alumnado con síndrome de Down’, disponible haciendo click aquí.

Estas guías de vuelta al cole vienen acompañadas de la carta de un niño con síndrome de Down para su maestro en la que indica lo que necesita de cara a este nuevo curso:

-Que crean en sus capacidades

-Que les faciliten oportunidades reales de aprendizaje

-Que fomenten su participación

-Que realicen las adaptaciones necesarias para que puedan dar lo mejor de sí

-Que colaboren con sus familias

DOWN ESPAÑA exige que se deje de maquillar la realidad y se transforme el sistema educativo desde la raíz

Según el Informe 2024 sobre el estado del sistema educativo, en España, el 75 % del alumnado con discapacidad intelectual está escolarizado en centros ordinarios. Sin embargo, para DOWN ESPAÑA, una escuela ordinaria no es, por defecto, una escuela inclusiva. “Que un niño o una niña esté físicamente en un aula no significa que esté siendo realmente incluido”, asegura Mateo San Segundo, presidente de la entidad.

Para San Segundo, “seguimos confundiendo integración con inclusión. Cada día, miles de niños y niñas con síndrome de Down asisten a centros que no les garantizan su derecho a aprender en igualdad de condiciones, a participar plenamente ni a desarrollarse con los apoyos que necesitan. Esta falsa inclusión, continúa San Segundo, no es una anécdota: es una forma sistemática de vulneración de derechos humanos”.

Para DOWN ESPAÑA, para que exista educación inclusiva de verdad, deben cumplirse tres condiciones fundamentales, conocidas como las 3P de la inclusión:

  • Presencia: no basta con estar matriculado; hay que compartir espacios, tiempos y experiencias con el grupo.
  • Participación: no basta con observar; hay que ser escuchado, jugar, opinar, decidir y sentirse parte.
  • Progreso: no basta con estar presente; hay que avanzar, aprender y construir un futuro con expectativas altas y apoyos reales.

Ante esta realidad, coincidiendo con la vuelta a las aulas, y con el objetivo de desmontar los mitos y las barreras que siguen existiendo en el sistema educativo, DOWN ESPAÑA lanza la campaña ‘Qué es y qué no es la Educación Inclusiva” para trasladar un mensaje claro, directo y urgente: “muchas veces llamamos inclusión a lo que en realidad es exclusión encubierta.”

A través de una serie de vídeos protagonizados por personas con síndrome de Down y profesionales de apoyo, la campaña pone voz a quienes no están siendo escuchados y reclama que todos los alumnos puedan estar, participar y progresar en su aprendizaje #TanComoTú.

 Cada vídeo desmonta mitos y evidencia lo que aún falta para poder hablar reamente de una educación inclusión:

  • La inclusión es presencia real, no aislamiento en rincones del aula o en aulas segregadas.
  • La inclusión es participación activa, no ser un espectador pasivo de lo que hacen los demás.
  • La inclusión es progreso con sentido, es aprender y abrir posibilidades para su futuro laboral.
  • La inclusión es un derecho, no un privilegio. Está reconocido por la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, y el Estado está obligado a garantizarlo.

Por todo esto, DOWN ESPAÑA exige a las administraciones educativas y responsables políticos que dejen de maquillar la realidad con cifras y empiecen a transformar el sistema educativo desde la raíz porque, para Mateo San Segundo, “no se puede hablar de inclusión mientras se recorta en apoyos, se permite la segregación o se justifica el abandono”.

El presidente de la Federación confía en que el Plan Estratégico de Educación Inclusiva que está elaborando actualmente el Ministerio de Educación se convierta en una verdadera palanca de cambio, que garantice un sistema educativo realmente inclusivo en todas las etapas. “Solo una escuela que acoge y valora la diversidad, es una escuela que educa”, concluye San Segundo.

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