El Presidente de DOWN MÁLAGA, Francisco Muñoz, explica que éste proyecto trata de ayudar a jóvenes con síndrome de Down a lograr su independencia a través de de un periodo de aprendizaje en un piso compartido, con el objetivo de que en el futuro los jóvenes adquieran plena autonomía. La asociación cuenta con 2 pisos en los que actualmente residen 6 chicos con síndrome de Down y que en su mayoría trabajan, por lo que sufragan sus propios gastos. Además, éstos cuentan con la figura del mediador, que suelen ser jóvenes de la misma edad que conviven con ellos y que no reciben dinero a cambio.
Los chicos son supervisados por una psicóloga, que no vive con ellos. «El respeto mutuo, compartir y las relaciones entre iguales, tenga la persona síndrome de Down o no, son premisas básicas», explica el Presidente de DOWN MÁLAGA. En este piso cada uno asume sus tareas y viven en completa independencia hasta que los técnicos valoran que están preparados y salen para alquilar o comprar su propia vivienda. «La experiencia, a pesar de todos los problemas e inconvenientes surgidos, es muy positiva», considera Muñoz.
Actualmente 25 personas, entre chicos y mediadores, desarrollan un programa formativo que es la antesala de los pisos compartidos. «Los resultados son muy positivos, se ve a los chicos avanzar en cotas de autonomía, pero sobre todo son más responsables y más maduros», indican desde la asocicación malagueña. En el proyecto hay además personas desde los 18 años en adelante y el mayor ahora tiene 52 años, por lo que además retrasa el envejecimiento cognitivo. «La idea es que cuando cada uno decida con quién vivir y cómo, se le faciliten los apoyos que sean necesarios».
David, Cristina y José Miguel son tres jóvenes con síndrome de Down que comparten uno de los dos pisos con los que cuenta DOWN MÁLAGA dentro del Proyecto Amigo, y que nos han abierto la puerta de su piso para explicarnos cómo llevan la convivencia.
David se encarga de la cocina
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De izquierda a derecha, David, Cristina y José Miguel.
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David Pascual tiene síndrome de Down, y está dando los primeros pasos hacia la vida autónoma. Ha realizado un módulo de cocina y desarrolla sus prácticas desde hace casi un mes en el hotel AC Málaga Palacio. Tiene dos hermanos y desde marzo reside en uno de los pisos compartidos del Proyecto Amigo de DOWN MÁLAGA.
Como cualquier joven sueña con poder encontrar un trabajo y comprarse una casa o vivir de alquiler. Quiere ser cocinero. «Los macarrones con tomate son mi especialidad», dice con satisfacción ante el asentimiento de sus compañeros. «Quiero trabajar de cocinero. Comprarme una casa es difícil, pero lo intentaré», señala.
«Ahora quiero vivir solo. Quiero estar aquí. Me gusta hacer las tareas de la casa y, sobre todo, la comida», afirma con felicidad. Abandonó la casa de sus padres para compartir piso con Cristina y José Miguel, también con síndrome de Down. «Aquí me toca lavar los platos, hacer de comer. Me gustan todas las tareas de la casa, planchar…», indica. Pero, lo que más le gusta es sin duda la cocina. «Hacemos macarrones, filetes de ternera, pescado, arroz» enumera. En el trabajo asegura que se lleva muy bien con sus compañeros. «Allí corto alimentos, hacemos las tortillas, guardo las cosas en la cámara frigorífica. Me gusta», dice.
En cuanto a su tiempo libre, el joven afirma que en casa le gusta ver la tele y jugar a la «Play 3». «En la calle tenemos salidas programadas. Vamos a cenar por ahí, de tapas, a bailar a la discoteca». Para David vivir solo es una experiencia positiva y en el futuro asegura que le gustaría irse a un piso con amigos. «Algunos fines de semana voy a ver a mis padres, porque ellos me echan de menos».
Cristina, 4 años en el piso
Cristina Rosell lleva 5 años trabajando en el Registro de la Propiedad Número 9 de Málaga con contrato indefinido. Es un ejemplo de superación, esfuerzo e independencia. Hace ya 4 años que vive en este piso compartido y ya piensa en dar el salto a su independencia absoluta. De hecho tiene planificado a medio plazo mudarse con tres amigas. A Cristina no hay documento ni papel que se le resista. Comenzó de prácticas en el Registro de la Propiedad y allí se quedó.
Es la mayor de tres hermanas y cursó hasta cuarto de la ESO. «Le dije a mis padres que me quería independizar. Mi madre no quería que yo me fuera, pero le dije que yo decido y me fui. Ahora sí está contenta», recuerda.
«Hago todas las tareas, pero lo que más me gusta es hacer postres, como bizcocho o tarta de Oreo», dice. Le gusta ver la televisión: «me gustan Tú sí que vales y Gran Hermano. También me pongo con el ordenador y con Internet, con Tuenti y Facebook a hablar con amigos», relata.
Pero, sobre todo, le encanta irse de marcha con amigos y amigas «hasta las tantas». Acerca de la convivencia asegura que no es problemática, al contrario, «si se presenta algún problema se soluciona, se habla al momento y ya está». Confiesa que está «muy contenta» y que le gusta vivir sola. «Entré para aprender cosas, para hacer las tareas de la casa y aprender a convivir con los compañeros, pero ya quiero vivir sin mediadores. Aunque Miriam no es mi mediadora, es mi amiga», subraya.
José Miguel, la voz de la experiencia
José Miguel Esteban, de 40 años, tiene síndrome de Down y trabaja en la conserjería de DOWN MÁLAGA desde hace varios años. Le gusta nadar y los martes y los jueves va a un taller de teatro. Ahora están preparando un espectáculo de cine y él representa a varios personajes, como al león del Mago de Oz y a Patrick Swayze en Ghost.
Tiene malos recuerdos de su etapa escolar en la que dice que los profesores lo marginaron por tener síndrome de Down. «En el cole me trataban mal. He pasado una temporada muy fuerte. Mis profesores no me querían hacer exámenes y yo sí tengo capacidad. Me trataban como si fuera una mesa. No me tenían en cuenta. Yo me siento distinto a los demás, no diferente», declara.
Y es que José Miguel vivió una época diferente a la actual en lo que se refiere a la atención a personas con discapacidad. Son muchas las cosas que han cambiado a mejor. «Ahora estoy bien, estoy contento, prefiero vivir con mis compañeros», afirma. «Hago la cama, hago las cosas de limpieza, también plancho la ropa, la doblo, pongo el lavavajillas y hago de comer. Hacer la carne a la plancha se me da muy bien», indica.
José Miguel confiesa que no entró en un principio en el programa porque tenía «miedo». «Tengo un problemilla, y es que nunca me decido, así que vine a probar y ya no me quiero ir a mi casa», dice ante la atenta y cómplice mirada de sus compañeros de piso.
Miriam, la mediadora
Otra de las habitantes del piso es Miriam Ruiz, de 21 años, la mediadora que vive con ellos, siempre en relación de igualdad, explica. «Estoy haciendo el grado de maestra de Primaria y este es mi segundo año de mediación», comenta. Una labor que realiza sin recibir dinero a cambio. «Conocí el proyecto a través de mis prácticas en un grado superior de animación sociocultural que hice previamente. Para mí es una experiencia única?, confiesa la joven.
La labor de Miriam es ayudar a los chicos en aquello que necesiten. «Se han adaptado muy bien. Creo que me costó más a mí que a ellos. Tenemos unos paneles donde distribuimos las tareas por días y personas. El cuadrante lo hacemos entre todos», comenta.