Noticia11 Jul 20142 minutos de lectura

Una nota media de 7,8 en Secundaria

Francisco Javier ha tenido siempre el apoyo de su familia.

Francisco Javier ha tenido siempre el apoyo de su familia.

«Quiero que los padres en nuestra situación tengan en cuenta que por muchos obstáculos que les pongan, sus hijos pueden conseguir la misma meta que el nuestro», comenta  Isabel, la madre del joven que ha obtenido esta calificación de notable.

Con el fin de Secundaria acaba una etapa en la que esta familia se ha esforzado por que su hijo alcanzase los mismos objetivos de conocimiento que el resto de alumnos de su edad.

Y es que los padres de Francisco Javier no han querido que el hecho de tener síndrome de Down fuera una excusa para recibir la adaptación curricular significativa, mediante la cual los objetivos cognitivos de dicho nivel educativo son distintos.

Una situación que contrasta con otros casos de alumnos con síndrome de Down, como el de Rubén Calleja, a quien se le niega la posibilidad de estudiar en un colegio inclusivo.

Apostando por la educación inclusiva

Ya desde pequeño la propia Administración desestimó la Educación Especial en Primaria para Francisco Javier. «Siempre se ha apostado por la integración total, como un alumno más», recuerda su madre, trabajadora social del departamento de orientación educativa de la Delegación de Educación.

El joven ha estado matriculado desde el curso 2011/12 en el IES Carlos Haya, para quien la familia sólo tiene buenas palabras. Isabel Lira agradece la dedicación que los tutores y docentes del centro le han prestado a su hijo, especialmente al profesor de Música y Educación Física. «En las pruebas de gimnasia mi hijo siempre estuvo con el resto de la clase, aunque algunas fueran distintas para él, pero siempre integrado», recuerda la madre.

Francisco Javier estudiará ahora un FP de grado medio de auxiliar administrativo. Su objetivo es matricularse los próximos años en un ciclo superior de agropecuario, «pues le encantan las labores del campo», aunque no cierra las puertas a la universidad: «No seré yo quien le ponga fronteras a mi hijo», añade Isabel. Sus palabras quedan refrendadas en una carta enviada por su tutor en este curso: «Ningún alumno puede ser limitado […] los límites los pondrán ellos mismos, su voluntad de querer llegar hasta donde se han propuesto«.

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