DOWN RIOJA-ARSIDO promueve la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual
Andrés, Lorena y Juan son unos jóvenes de entre 19 y 24 años, a los que les gusta salir, hacer deporte, la música y, sobre todo trabajar. Andrés es dependiente en Decathlon, Lorena trabaja en el restaurante Tondeluna de Logroño como camarera y Juan lo hace como repositor en un supermercado de la cadena Eroski.
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Andrés (izda.), Lorena (centro) y Juan (dcha.) en sus puestos de trabajo. |
Trabajo y síndrome de Down
Como a cualquier persona de su edad, encontrar un trabajo les ha resultado muy difícil, no sólo por la situación económica actual, sino también por las altas tasas de paro que registran las personas con síndrome de Down.
No existe un perfil de trabajo apropiado para una persona con síndrome de Down. Igual que no todos estamos dotados para jugar bien al fútbol, para entender la química analítica o para apreciar la calidad de una poesía, la adaptación de un trabajador con discapacidad a un puesto de trabajo varía. Los responsables de DOWN RIOJA-ARSIDO señalan al sistema educativo, que les excluye de las etapas superiores de formación, como un factor discriminante más. «Quizá tendría que igualar por capacidades y no tender a homogeneizar a los estudiantes», dice el gerente de la Asociación, Roberto Vitoria.
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